sexta-feira, 28 de setembro de 2012

L'Anthropologie


Volume 116, Issue 3, Pages 291-468
June–August 2012

Acheuléen, industrie à bifaces

quinta-feira, 13 de setembro de 2012

terça-feira, 11 de setembro de 2012

La respuesta está en el valle

Varios arqueólogos trabajan en el yacimiento de Pinilla del Valle (Madrid)
SANTI BURGOS
El valle de Lozoya, en la sierra madrileña de Guadarrama, bien podría llamarse el valle de los neandertales, dice el paleontólogo Juan Luis Arsuaga. “Está protegido por dos cuerdas de montañas, rico en fauna, ecológicamente privilegiado e ideal para los neandertales, un buen cazadero para ellos”. No es una hipótesis: en los yacimientos de Pinilla del Valle, junto al pantano, se han encontrado ya nueve dientes de neandertal, restos de fogatas y miles de fósiles de animales, incluidos enormes uros (cada uno mide como dos toros), rinocerontes y gamos, entre otros.

Los neandertales son una especie humana conocida y desconocida a la vez. Conocida porque se han encontrado numerosos vestigios de su existencia en Europa hace entre 200.000 y 30.000 años. Desconocida por las muchas incógnitas que siguen emergiendo, incluida la primera: ¿por qué se extinguieron justo cuando hizo su aparición en el continente nuestra especie actual? Tampoco se sabe a ciencia cierta si eran capaces de hablar... ni si convivieron en el territorio compartido con el homo sapiens o las dos especies se ignoraron hasta que una, la nuestra, proliferó y la otra se perdió para siempre... Los científicos que se ocupan de los yacimientos de Pinilla del Valle pueden hacer aportaciones importantes para encontrar respuestas sobre la vida de los neandertales.

En España hay una quincena de yacimientos de esa especie —en la Cordillera Cantábrica, Levante y Andalucía—, pero ninguno en la meseta, donde no hay formaciones de calizas y, por tanto, no hay cuevas adecuadas que pudieran preservar los vestigios humanos durante miles de años”, añade Arsuaga. Pero Pinilla del Valle es la excepción. “Aquí sí hay calizas. Era como una visera de piedra en la que los neandertales se cobijarían a preparar la caza, tallar herramientas, comer... no es que vivieran dentro, en el sentido de vivienda; ellos vagaban por el campo y esto sería más bien un campamento en el que refugiarse cuando lo necesitaban”.

“El yacimiento, con mucho potencial, se extiende unos 150 metros de distancia y ahora estamos trabajando en tres zonas: la cueva del Camino, el abrigo de Navalmaillo y la cueva Des-Cubierta, con tres rangos temporales distintos”, comenta Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional, de la Comunidad de Madrid. Y recalca el peculiar nombre, con guion, jugando con la idea de la cueva descubierta y a la vez con su descripción física: un alero rocoso que se desplomó dejando la superficie destapada.

Allí mismo los neandertales debieron colocar una niña muerta, de dos años y medio o tres, en el suelo del refugio; encima pusieron dos lascas de piedra y un asta de uro y prendieron fuego. Baquedano explica que han encontrado unos dientes de aquella criatura, que ellos llaman la niña, aunque no tienen datos científicos para determinar el sexo, detalles sobre el asta y un trozo de carbón que ha aparecido hace solo unos días y que les facilitará una datación exacta. “Los enterramientos completos, con una estructura clara que permita reconstruir comportamientos, son muy raros en el mundo”, comenta el catedrático Arsuaga, codirector de las excavaciones de Atapuerca.

Junto a él, Baquedano muestra el punto donde han encontrado el carbón de aquella hoguera, tal vez ritual, que se podrá datar por la técnica del carbono 14. “Tenemos la convicción de que es una deposición intencionada del cuerpo de la niña; tal vez en los yacimientos de neandertales había más enterramientos y no se han reconocido como tales”, sugiere el director del museo. Lo cierto es que los neandertales cuidaban de alguna manera de sus muertos. Se han encontrado rastros en Francia e Israel.

En el valle madrileño, arqueólogos y paleontólogos se afanan a medida que pasan los días. Un total de 70 personas en tres yacimientos escarban los sedimentos con punzones y pinceles; se abren camino en la roca con taladradoras; lavan kilos y kilos de tierra extraída para que no se escape ni una minúscula pieza interesante... y se documenta cada centímetro excavado. Llevan ya una década haciendo este trabajo científico cada verano, “durante 40 días en dos turnos”, explica César Laplana, del museo regional.

Los nueve dientes de neandertal ya descubiertos tienen entre 60.000 y 90.000 años y varios han aparecido en lo que debieron ser madrigueras de hienas, que devorarían y triturarían los cuerpos. “Los dientes son el tejido orgánico más resistente, se conservan mejor que el resto del esqueleto y dan mucha información: dieta, enfermedades, paso o de niño a adulto...”, continúa Laplana.

Los neandertales vivieron tanto en el periodo interglacial como en el glacial”, explica Arsuaga. Tras un periodo de glaciación en que media Europa sería como Groenlandia hoy, empezó, hace unos 130.000 años, el período interglacial, con un clima que llegó a ser más cálido que el actual, hasta hace 85.000 años, cuando comenzó la última glaciación, que terminó hace 11.500 años. En las excavaciones de Pinilla correspondientes al interglacial aparecen muchos restos de gamos, un cérvido muy mediterráneo; tortugas; puercoespines y osos pardos, en lugar de osos cavernarios, como en la época glacial.

En la cueva Des-Cubierta, Javier Somoza, estudiante de la Universidad de Salamanca, se acerca a Baquedano y le enseña una pieza envuelta en un papel blanco: es una herramienta que acaba de extraer. “Sí, me he emocionado mucho”, dice Somoza. Es una pieza de cuarzo rosado.

Se han encontrado ya miles de herramientas de piedra. “La mejor piedra para tallas es el sílex, pero en esta zona no hay. Así que tuvieron que apañarse. Adaptaron su técnica de talla —musteriense— a lo que tenían, que es cuarzo. Es peor, pero sirve y significa toda una adaptación tecnológica admirable”. ¿Y para cazar? “Lanzas de madera con punta endurecida al fuego”. “Aquí, en este valle de yacimientos tan ricos, podemos averiguar muchas cosas sobre los neandertales, su vida y su muerte, su medio, su clima, su tecnología, su economía... Solo es cuestión de tiempo”, concluye el arqueólogo.

Carne de caza y bellotas en el menú

Los neandertales eran soberbios cazadores que se atrevían con rinocerontes, uros, caballos.... “Eran carnívoros. Y tenemos que investigar el componente vegetal de su dieta”, sugiere Arsuaga, señalando que en Europa en el territorio de los neandertales solo hay frutos disponibles para comer a finales de verano y otoño. Por eso no hay apenas monos, excepto macacos, que son pequeños, precisan pocas calorías y comen hojas. “Los ecosistemas en Europa son estacionales porque el clima es estacional y, en período de glaciación la situación es aún más extrema. Los neandertales tuvieron que ser carnívoros”, añade el paleontólogo.

Los homínidos primitivos, como el resto de los primates, vivieron en África, en el bosque tropical y subtropical, cuyos ecosistemas proporcionan alimento constante todo el año, argumenta Arsuaga, quien concluye: “Hubo que aprender a cazar para salir del trópico y extenderse por Eurasia, por eso tardaron tanto los homínidos en lograr desligarse de los ecosistemas tropicales”.

Los neandertales, que son ya muy avanzados en comparación con los australopitecos africanos —que comían raíces, frutas o, en todo caso, carroña—, practicaban caza mayor. Pero para vivir de esas capturas hace falta dominar un salto tecnológico muy importante que es hacerse herramientas para cortar y preparar las presas. “Un uro o un rinoceronte no los puedes comer a mordiscos, con la piel tan gruesa que tienen; hace falta cortar y trocear las piezas. No solo eran unos expertos cazadores; también dominaban la fabricación de piedras de filo para desgarrar y raederas para el cuero y la madera”, apunta Enrique Baquedano. “En estos yacimientos de Pinilla del Valle hemos encontrado miles de herramientas de piedra”, añade.

Pero los neandertales comieron algún tipo de vegetales. Arsuaga explica que una investigadora ha descubierto que el sarro de los dientes conserva almidón vegetal y así ha podido identificar las plantas que comían los individuos prehistóricos. “Los neandertales de Bélgica, en la época glacial, según indican los fósiles, comían raíces de junco, y los de Irak, dátiles. Estoy convencido de que los nuestros comían bellotas”, comenta.

Quaternary International


Volume 274, Pages 1-272

1 October 2012

Temporal and spatial corridors of Homo sapiens sapiens population dynamics during the Late Pleistocene and Early Holocene 
Edited by Jürgen Richter, Martin Melles and Frank Schäbitz


Volume 275, Pages 1-136,
10 October 2012

Site Formation and Postdepositional Processes In Archaeology (International Workshop, Barcelona, 2–4 June 2010) 
Edited by Rosa Maria Albert, Miguel Ángel Cau and Dan Cabanes

Geomorphology


Volumes 173–174, Pages 1-196

1 November 2012


Volumes 175–176, Pages 1-208,


15 November 2012

Journal of Human Evolution


Volume 63, Issue 4, Pages 577-636
October 2012

Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology


Volumes 356–357, Pages 1-108
15 October 2012

Special Issue: Quaternary fluvial systems of Tropics 
Edited by Rajiv Sinha, Edgardo M. Latrubesse and Gerald C. Nanson



Volumes 358–360, Pages 1-112
1 November 2012


Volumes 361–362, Pages 1-110
15 November 2012

Anatomically modern human in Southeast Asia (Laos) by 46 ka

Abstract
Uncertainties surround the timing of modern human emergence and occupation in East and Southeast Asia. Although genetic and archeological data indicate a rapid migration out of Africa and into Southeast Asia by at least 60 ka, mainland Southeast Asia is notable for its absence of fossil evidence for early modern human occupation. Here we report on a modern human cranium from Tam Pa Ling, Laos, which was recovered from a secure stratigraphic context. Radiocarbon and luminescence dating of the surrounding sediments provide a minimum age of 51–46 ka, and direct U-dating of the bone indicates a maximum age of ∼63 ka. The cranium has a derived modern human morphology in features of the frontal, occipital, maxillae, and dentition. It is also differentiated from western Eurasian archaic humans in aspects of its temporal, occipital, and dental morphology. In the context of an increasingly documented archaic–modern morphological mosaic among the earliest modern humans in western Eurasia, Tam Pa Ling establishes a definitively modern population in Southeast Asia at ∼50 ka cal BP. As such, it provides the earliest skeletal evidence for fully modern humans in mainland Southeast Asia.

The researchers found skull fragments that date to 63,000 years ago. 
Photo by F. Demeter

domingo, 2 de setembro de 2012

Conferências Museu de Mação


Nós, os neandertais, os denisovanos e como tudo se complicou

In Público31.08.2012 - 12:09 Por Teresa Firmino
Réplica da falange que permitiu descobrir um novo grupo de humanos,
os denisovanos (Instituto Max Planck para a Antropologia Evolutiva)
A ponta de um dedo veio evidenciar ainda mais que, se há coisa que não é simples, é a história da evolução humana. Descoberto em 2008 na gruta Denisova, nos montes Altai, Sibéria, o pequeno osso da falange era afinal de um grupo de humanos desconhecido - os denisovanos, que viveram até há 30 mil anos. E se as surpresas não chegassem, também eles, tal como os neandertais, se reproduziram com a nossa espécie. Uma equipa publica nesta sexta-feira, na revista Science, a análise do genoma completo dos denisovanos, a partir do fragmento de dedo: dentro de nós há um pouco de neandertal e de denisovano, é verdade, mas a genética revelou agora uma nova teia de migrações e relações complexas entre nós e estes dois humanos já extintos.

A equipa de Svante Pääbo, do Instituto Max Planck para a Antropologia Evolutiva, Alemanha, já tinha ficado surpreendida com o que representava a descoberta da falange e de dois dentes molares. Quando os cientistas sequenciaram o ADN das mitocôndrias (as baterias das células), herdado só da parte da mãe e que está fora do núcleo celular, perceberam que era um novo grupo de humanos. O osso é de uma menina de cinco a sete anos de idade, que viveu há 80 mil anos. Tinha a pele escura, cabelos e olhos castanhos.

Em Maio de 2010, a revelação da sua existência espantou o mundo e, em Dezembro desse ano, a equipa de Pääbo avançava com a publicação de um primeiro rascunho do ADN do núcleo. Dizia já que os denisovanos se tinham misturado connosco e que a herança desse passado "promíscuo" não era igual em toda a Terra. Os europeus têm ADN dos neandertais, mas não têm material genético dos denisovanos, que por sua vez deixaram a sua pegada genética para os lados das ilhas da Melanésia.

No meio desta viagem à história da evolução humana através do ADN, a equipa de Pääbo disponibilizou na Internet, no início deste ano, toda a sequenciação do genoma dos denisovanos, para quem a quisesse usar na investigação. A leitura deste ADN antigo já era bastante rigorosa, graças a um método desenvolvido por Matthias Meyer, também do Instituto Max Planck, que permite ler até 30 vezes as letras do genoma (pequenas moléculas que compõem a grande molécula de ADN). Agora, a equipa aprofunda na Science as reflexões sobre essa informação e faz mais revelações, comparando o genoma da nossa espécie (os humanos modernos), dos denisovanos e dos neandertais. 

"Pudemos confirmar que parentes de um indivíduo da gruta Denisova contribuíram geneticamente para os antepassados das pessoas actuais na Nova Guiné, mas esse fluxo genético não afectou o resto das pessoas da Eurásia continental, incluindo o Sudeste da Ásia continental", disse um dos autores do artigo, o geneticista David Reich, da Faculdade de Medicina de Harvard, numa conferência organizada pela revista. "No entanto, é claro que os denisovanos contribuíram com 3% a 5% de material genético para os genomas das pessoas da Austrália, Nova Guiné, os nativos das Filipinas e de algumas ilhas das redondezas. A confirmação foi muito forte", acrescentou. 

Como se explica que o material genético dos denisovanos não se encontre sequer na Ásia continental, onde viveram, como mostra a falange e os dentes? "Diria que a mistura entre os denisovanos e os antepassados dos habitantes da Melanésia, Papuásia-Nova Guiné e aborígenes australianos deu-se provavelmente no Sudeste da Ásia continental. Quando os antepassados dos humanos modernos chegaram a essa área, encontraram-se com os denisovanos, misturaram-se e depois partiram para colonizar a Melanésia", disse Pääbo. 

E agora vem a última descoberta, aquela que complica tudo. Envolve os neandertais, extintos há cerca de 28 mil anos e que durante mais de 150 anos estiveram no centro da polémica sobre se eles e nós tínhamos feito sexo e deixado descendentes. Sim, tinham já concluído outros estudos de Pääbo.

"As pessoas das regiões Leste da Eurásia [Ásia] e os nativos americanos têm mais material genético dos neandertais do que as da Europa, apesar de os neandertais terem vivido sobretudo na Europa, o que é mesmo muito interessante", considerou David Reich. "Vemos que há uma contribuição dos neandertais ligeiramente superior na Ásia do que na Europa- em cerca de 20% -, o que é surpreendente, porque os neandertais viveram na Oeste da Ásia e na Europa", acrescentou Pääbo. 

Como aconteceu isto? De início, pensava-se que tinha havido um único intercâmbio genético entre neandertais e humanos modernos, que saíram de África há cerca de 50 mil anos. Talvez quando os dois tipos de humanos se encontraram no Médio Oriente. Depois a nossa espécie espalhou-se pelo mundo inteiro e teria levado consigo essa herança. 

"Agora tudo se tornou mais complicado com os neandertais", disse Pääbo. "Vemos que toda a gente fora de África teve uma contribuição dos neandertais. A maneira mais simples de explicar isto é que algo ocorreu assim que os humanos modernos saíram de África, se encontraram com os neandertais no Médio Oriente e se misturaram com eles." Como hipóteses, a equipa diz que pode ter havido uma segunda mistura entre humanos modernos e neandertais na Ásia Central, reforçando aí a carga genética destes. Ou a contribuição genética dos neandertais na Europa foi diluída com a chegada tardia de humanos modernos vindos de África e que não tinham um pouco de Neandertal no genoma.